Hereu se sorprende en la soleada Vancouver

Hereu se sorprende en la soleada Vancouver

El alcalde toma nota de la apuesta de la ciudad canadiense por el transporte público y del papel de los voluntarios  |  El alcalde considera “cómo una ciudad costera puede ser sede de una olimpiada invernal”

TOTI ROSSELLÓ | Vancouver | 19/02/2010 | Actualizada a las 00:20h | Ciudadanos

Un agradable sol, terrazas y cafés llenos de hordas de aficionados a más de 20ºC en Vancouver sorprendieron a Jordi Hereu a su llegada a esta ciudad canadiense. Con semejante fragor y cerrando los ojos ante el olor marino del Pacífico, el alcalde pudo sentirse transportado a la Barceloneta en plenos Juegos Barcelona-Pirineus 2022. Pero se trataba sólo de la primera zancada de un largo maratón hacia un nuevo sueño olímpico.

La agenda del alcalde fue un sprint de más de doce horas en Whistler-Blackcomb, la zona donde se celebran el esquí alpino y el fondo entre otros seis deportes más. Siguiendo con las comparaciones, la distancia que separa la ciudad olímpica de esta sede son 120 kilómetros, 25 menos de los que separan a Barcelona de La Molina, la única estación de los Pirineos que ha acogido pruebas de Copa del Mundo de esquí femenino y de snowboard.

“Una de las cosas que más gratamente me han sorprendido es la logística de transporte y la movilidad para acceder a las sedes en montaña, donde hay una total preponderancia del transporte público, en lo que es una evidente muestra de sostenibilidad”. Con la entrada de cualquiera de los eventos se puede acceder gratuitamente al bus, metro y seabus (ferris que atraviesan English Bay).

Teniendo en cuenta que Vancouver es una ciudad americana, donde el vehículo privado es casi una religión, esta fórmula de transporte colectivo ha funcionado a la perfección y las más de 12.000 personas congregadas el miércoles en Cypress Mountain para ver la finalísima del halfpipe masculino apenas hicieron colas de vuelta a sus hogares una vez acabada la competición.

Los voluntarios son otro punto fuerte. Los pitufos, como les llama ya todo el mundo aquí por el color azul cielo de sus trajes. Están por doquier y mezclan su ilusión por ser parte de la celebración con una arraigada educación en los servicios americana que les hace siempre estar con una sonrisa en los labios. La organización ha repartido a los más de 25.000 voluntarios por toda la extensión de unos Juegos diseminados. Un espíritu que también se vivió en Barcelona’92, por lo que siguen las semejanzas.

“Nuestro objetivo en Vancouver es aprender y la reunión de hoy es básica para entender cómo una ciudad costera ha hecho realidad ser la sede de una olimpiada invernal”, prosiguió Hereu, quien además valoró este viaje como “muy útil de cara a conocer a múltiples responsables de los comités de diferentes deportes del COI además de que hemos podido vernos ya con los presidentes de las federaciones de invierno españolas”. Efectivamente, el alcalde ha hablado ya con María Teresa Samaranch, presidenta de la Federación Española de Deportes de Hielo, y con Eduardo Roldán, presidente de la Real Federación Española Deportes de Invierno, con los cuales ya han comentado “posibles programas deportivos de base con el hielo y la nieve para la promoción de estos deportes y para lograr el salto definitivo de los españoles”, comentó Hereu en una clara referencia a los programas que ya se implantaron con éxito en deportes de verano para Barcelona 92 para lograr medallas.

Pero a la candidatura de Barcelona- Pirineus se le complican las cosas también internacionalmente, ya que el primer ministro de Quebec, Jean Chearest, anunció el día 15 que presentarán esta región oriental canadiense, apadrinada por la ciudad del mismo nombre, para ser la sede de los mismos juegos a los que se ha propuesto optar la capital catalana.

Hereu se sorprende en la soleada Vancouver.

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