En 2023, simpatizantes del chapurriau en el Mesquí pintaron primero y arrancaron después la parte escrita en catalán («chapurriau») de grandes señales de tráfico bilingües, para dejar solo la parte escrita en castellano. Por parte de la asociación del chapurriau no hubo queja alguna porque ellos gustan de las señales escritas solo en castellano, que esconden la toponimia local.
Los vecinos de Bellmunt o La Sorollera no tienen derecho a ver el nombre de sus pueblos escritos en la carretera nacional tal como los dicen ellos, solo pueden ver la versión castellana, «Belmonte» y «La Cerollera«.
Ya en 2009 vimos esta bipolaridad xapurriadista en La Codonyera cuando reventaron una charla de la DGA sobre las lenguas de Aragón a base de gritos, amenazas y pancartas que rezaban cosas tan inverosímiles como «Chapurriau parlat, no escrit», es decir, «Chapurreado hablado, no escrito». Por suerte, tenemos pruebas gráficas de tan lamentable suceso y pueden encontrarse fotos del mismo con una sencilla búsqueda en internet: «Los fets de La Codonyera«. Tampoco tuvieron pudor alguno en adoctrinar niños para llevarlos al escrache, un detalle turbio se mire por donde se mire. Incluso algunas pancartas amenazaban directamente a vecinos de dicha población y nunca han pedido disculpas por ello. El anticatalanismo es así: violento.
Recientemente, unas pequeñas señales del Mesquí, escritas solo en castellano, aparecían ahora pintadas en catalán («chapurriau») y la asociación xapurriadista clamaba al cielo, no porque antes estuviesen solo en castellano, sino porque ahora estaban en la lengua que teóricamente defienden. Surrealista.
¿Cómo puede ser que una asociación que dice ser «amiga del chapurriau» exprese abiertamente que quieren pregones y señales exclusivamente en castellano y no bilingües? El adoctrinamiento que habrán sufrido ha tenido que ser muy profundo para no molestarse ni en disimular el pancastellanismo. Para ellos, esconder la lengua vernácula en todo lo oficial es lo normal, lo preceptivo, es hacer las cosas como Dios manda, en castellano.
Para el común de los mortales, estos hechos recuerdan a tiempos muy oscuros, cuando los maestros pegaban a los niños si hablaban en catalán o aragonés. De esos barros, estos lodos.
En Calaceite no aparecieron pintadas, pero sí unas pegatinas que tapaban algunas letras de las señales escritas solo en castellano, de manera que quedaban escritas en catalán tal como lo decimos nosotros. «Calaceite» ahora se ve «Calaceit«, pronunciado CalasseitCalasseitCalasseit, como lo decimos en catalán los calaceitans desde hace más de 800 años, y que suena muy similar a su nombre original en árabe, Kalat-Zeyd.
Quizás sea un buen toque de atención a las autoridades pertinentes para que pongan señales bilingües sin recurrir a molestas y antiestéticas pintadas.
Como de costumbre, los xapurriadistas no dejaron pasar esta pequeña oportunidad y, en un comunicado muy exagerado, tildaban este hecho de «extremismo ideológico«, «destructivas acciones«, «dictador«, o dejando frases como «se nos quiere aniquilar«, todo por cuatro tristes pegatinas y pequeñas pintadas.
Según esta vara de medir xapurriadista, ¿cómo deberíamos definir el hecho de arrancar señales de cuajo como hicieron los simpatizantes del chapurriau? ¿Terrorismo?
El xapurriadismo ha demostrado cero interés en promover y preservar estas variantes de catalán, siendo su único objetivo negar que compartimos lengua con catalanes y valencianos, aunque no podamos diferenciar el catalán de Calaceit del de Benicarló, aunque el catalán de La Portellada se parezca más al de Tortosa que al de La Codonyera.
Como dato curioso, en una de esas pequeñas señales pintadas recientemente se cambia «La Codoñera» por «La Codonyera«, con su ortografía original documentada ya en época medieval. De hecho, tanto en catalán como en aragonés se escribe así: Codonyera.
Vándalos sí, pero con cultura. Incluso en esa misma señal aparece escrito «Naltres ací xerrem lo català» haciendo uso de «ací», común en el Mesquí y Valencia, pero no en Cataluña o el Matarranya.
No vaya a ser un ataque de falsa bandera para no perder la costumbre de atacar a los vecinos catalanes.
El xapurriadismo inventará lo que haga falta con tal de negar algo tan evidente y documentado como que en la Franja oriental de Aragón hablamos catalán. Tal es así que en 2021 la comarca del Bajo Aragón, con fondos públicos y para contradecir a UniZar, encargó a dos profesores de secundaria escribir un libro de pseudofilología en el que se confunde el occitano bearnés del Fuero de Jaca con el catalán del Matarranya, para acabar llamándolo «aragonés oriental«.
Confundir occitano, catalán y aragonés no solo es difícil, es imposible. «Enhorabuena» a Juan José Barragán y Héctor Castro por esta dudosa hazaña.
Carlos Rallo Badet. Calaceite. Correo del Lector