Movilización en defensa del patrimonio lingüístico en Aragón: “Ojalá respetásemos las lenguas como la herencia milenaria que son”

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Profesores de la universidad critican que se “niegue la realidad” lingüística en Aragón

La politización acecha la política de lenguas

Manifestación en defensa de las lenguas propias de Aragón este sábado en la plaza Miguel Merino de Zaragoza.

Manifestación en defensa de las lenguas propias de Aragón este sábado en la plaza Miguel Merino de Zaragoza. / Jaime Galindo

Laura Carnicero

Laura Carnicero

Cada 21 de febrero se celebra el Día Internacional de la Lengua Materna, lo que en Aragón significa que sus habitantes pueden festejarlo, al menos, en castellano, en aragonés o en catalán.

Este año, la efeméride se vive en un clima de denuncia pública desde distintos sectores por las declaraciones del presidente del Gobierno de Aragón, Jorge Azcón, y otros miembros del Ejecutivo, asegurando que en la comunidad “no se habla catalán”, y su decisión de que ambas lenguas –el catalán y el aragonés– no se incluyan en el listado de propias.

Sus palabras han provocado que cerca de 300 profesores de la Universidad de Zaragoza firmen una carta en defensa del patrimonio lingüístico. A esta última polémica se suma la supresión de la dirección general de Política Lingüística del Gobierno de Aragón propiciada por el Ejecutivo PP-Vox. La política de lenguas vuelve a ser motivo de disputa partidista, algo que alertan las asociaciones que luchan por preservar este patrimonio cultural.

“Ojalá supiéramos respetar las lenguas como la herencia humana de pueblos milenarios que son, y que nos pueden proporcionar información muy valiosa sobre el medio en el que vivimos y cómo era antes”. María José Girón, una de las fundadoras de Im Fent, colectivo que busca visibilizar la lengua y, en especial el ribagorzano, es una de las hablantes de ribagorzano que hay en Aragón. Es su lengua materna.

“Yo lo aprendí de mis padres, que tuvieron que dejar pronto el colegio y, al no sentir la presión de tener que hablar en castellano, lo mantuvieron bastante”, explica. Recuerda algunos años de su infancia en los que “nos autocorregíamos, porque hablar ribagorzano no molaba nada” y cómo con el paso del tiempo su relación con la lengua y su protección ha ido cambiando. “Más allá de las etiquetas, se deben proteger las lenguas. No somos conscientes de la inmensa pérdida que han supuesto los últimos veinte años”, lamenta.

En contra del “reclamo identitario”

En su caso, es crítica con la política lingüística actual y con la del anterior Gobierno. “El Gobierno de (Javier) Lambán creó una dirección general de Política Lingüística, pero sus criterios no siempre fueron acertados”, considera. Ahora, lamenta también que la lengua sea utilizada como un “reclamo identitario”. “Las lenguas no tienen que pagar el pato de la historia de su país”, reflexiona esta filóloga y profesora de Inglés.

Los registros reflejan el retroceso de población aragonesa que habla aragonés o catalán en Aragón. Según un estudio de la Universidad de Zaragoza que destacaba el filólogo y profesor de Lengua Aragonesa, Francho Nagore, tan solo el 2% de la población habla aragonés (unos 25.000 hablantes) frente a los 1.351.492 habitantes que hay en Aragón.Un 4% usa el catalán en su día a día para comunicarse en la zona fronteriza con Cataluña, pero el 96% restante lo monopoliza el castellano.

Según Nagore, la mayoría de ese 2% son hablantes pasivos. “Muchos conocen la lengua, pero solo la usan en situaciones excepcionales. Normalmente no la hablan por cuestiones de estigma, por vergüenza y porque se tiene la concepción de que los que hablan fabla, generalmente, son gente inculta de los pueblos. Eso provoca que los jóvenes únicamente aprendan palabras sueltas y que la lengua se apague poco a poco”, explicó a este diario.

La reacción académica a Azcón

Chabier Gimeno es uno de los promotores del manifiesto que han firmado más de 250 profesores de la Universidad de Zaragoza. El texto va dirigido al Gobierno de Aragón tras las declaraciones del presidente Azcón, según quien en Fraga se habla “fragatino” y rechazó que en la comunidad se hablara catalán.

Gimeno es profesor del Departamento de Psicología y Sociología y miembro del Seminario Aragonés de Sociolingüística y recuerda que “académicamente, nadie pone en duda que en Aragón se hable catalán”.

Lo atestiguan, recuerda, los proyectos de investigación en torno a la materia, los departamentos dedicados a la lengua catalana “desde hace décadas en la Universidad de Zaragoza” o la mención a la lengua aragonesa en titulaciones como Magisterio en Huesca. “Incluso la Real Academia de la Lengua declara que el catalán se habla en varios territorios, e incluye Aragón”, señala.

“La universidad ha reconocido esta situación lingüística. Lo que no tiene sentido es que desaparezca la lengua del ámbito jurídico y que no haya habido ningún tipo de consulta con la Universidad de Zaragoza”, añade. “Nadie nos ha preguntado cuál sería la mejor política lingüística para Aragón”, denuncia.

“Sabemos que hay menos de mil jóvenes que hayan recibido el aragonés de sus padres y apenas quedan 8.500 hablantes nativos”

Ahora, dice, profesores y alumnos se preguntan qué pasará con todos esos proyectos en marcha si desde la legislación aragonesa se niega la mera existencia de la lengua en la comunidad. “En el plano académico, la posición es unívoca: en algunas zonas de Aragón se habla catalán”, zanja.

Desde el ámbito académico recuerdan que, según la UNESCO, el aragonés es una de las lenguas que están en riesgo de desaparición en todo el mundo.

A través de un proyecto financiado por el Ministerio de Universidades estamos analizando los datos y sabemos que hay menos de mil jóvenes que hayan recibido el aragonés de sus padres y apenas quedan 8.500 hablantes nativos”, alerta.

Lo mismo constata Girón. “Vamos veinte o treinta años tarde. Nuestros hijos ya no viven en un entorno en el que se hable ribagorzano, como sí tuvimos algunos de nosotros”, lamenta. Y mientras tanto, unos y otros coinciden en que las lenguas propias no deberían politizarse, sino protegerse. Más aún cuando están en riesgo, según los expertos.

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