El ‘satélite’ artificial caído en Fayón | Tinta de hemeroteca

El ‘satélite’ artificial caído en Fayón

A Fayón lo que le cayó encima fue un embalse, en 1967, si no recuerdo mal. Pero unos años antes, en 1958, Fayón saltó a las primeras páginas de los periódicos españoles porque sus vecinos encontraban  ingeniosos aparatos que caían del cielo. Era, además, la época en la que estaba de moda el ‘Sputnik’, y por ello hubo muchos que creían estar ante satélites artificiales en pruebas. Así lo contaba HERALDO:

Fayón. La laboriosa y simpática localidad zaragozana a orillas del Ebro, bello pórtico que separa Aragón y Cataluña en el límite con Tarragona, ha vivido unas horas de gran expectación con el hallazgo de un artefacto caído del cielo, que algunos creyeron se trataba de un satélite artificial.
Veamos lo sucedido. En la mañana del pasado lunes, cuando el agricultor fayonense Bautista Llop Andreu se dirigía con sus caballerías a la partida denominada «Llanos de San Jorge» para atender las labores agrícolas en aquellas fincas de su propiedad, y cuando llegó al paraje denominado Cap del Plá, a unos 4 kilómetros de Fayón, en un lugar próximo al camino vecinal que une el pueblo con la carretera de Mequinenza-Maella, vio a unos diez metros del citado camino un extraño objeto que examinó y recogió creyendo se trataba de un satélite artificial.
Bautista siguió su camino en dirección a las fincas, y al cruzarse con otros labriegos paisanos que se dirigían a Fayón, les enseñó el hallazgo comentando con ellos si sería o no un «sputnik». Cuando los labriegos llegaron al pueblo dieron la noticia del hallazgo del «satélite», noticia que corrió con rapidez por toda la localidad, con la expectación que es de suponer por parte del vecindario.
La sensacional noticia llegó a los espectadores de la sesión de cine que en ese momento se estaba celebrando, y el público, abandonando la sala, fue a recibir a Bautista, que hacía su entrada en Fayón siendo portador del curioso artefacto. Los fayonenses acompañaron al descubridor hasta su casa, y una vez allí éste les mostró el raro aparato, que todos contemplaron con verdadera curiosidad, comentando el suceso con pintorescas observaciones.
Las características del aparato son las siguientes: un cajón de chapa pintada de blanco con unos bracitos de pasta en forma de antena, con alambre en sus extremos, y en la parte superior del cajón un cuerpo en forma de botella del mismo material y color que la caja, cuyas medidas aproximadas son 20 x 15 x 20 cmts. Litografiado en el cuerpo de la «botella» se lee: «Transmiter, radiosonde T 435/AMT-48. Serial NO-20146. Order n.° 21524. PM 56 Moidec Insulation Company-TJ. S»
Circundando la botella, cerca del cuello, aparece esta inscripción: «F ed Raiser». En uno de los lados de la caja, esta otra: «Signal Corps-Modulator-Radiosonde-Serial n.° 11506-Order nº 28495-PH 55 American Measuring Instruments Corp».
Unido al aparato se encontró unos aros de madera con papel de color anaranjado oscuro con bastante hilo y unos trozos de goma suave.
No, amigos fayonenses. No se trata del satélite artificial lanzado en Cabo Cañaveral. Se trata simplemente, de una radio-sonda americana y los trocitos de papel anaranjado hilos, etc.. ni más ni menos que los restos del globo que sostenía en el aire al aparato.
Precisamente, creo que ese mismo día, un pastor de Villacardí, provincia de Huesca, llamado Francisco Lanau Feixa. de 44 años, encontró en el monte, yendo con el ganado, otro aparato de idénticas características con parecidas inscripciones. El pastor oscense hizo entrega de la radio-sonda a la Guardia civil de La Puebla de Roda, quien la remitió al Servicio Meteorológico Nacional.
Las Fuerzas Aéreas Norteamericanas ya advirtieron en nota publicada en la Prensa de qué se trataba, pero vamos a recordarlo para evitar nuevas falsas interpretaciones, ya que los globos-sonda de referencia han sido, sin duda alguna en muchos casos, los tan traídos y llevados «platillos volantes», que algunos fantasiosos vieron sobre sus cabezas en casi todo el mundo.
Desde hace unos dos meses las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos en nuestra ciudad hacen elevar diariamente dos globos-sonda. Se trata de unos transmisores de radio que tienen la misión de transmitir a la Estación Radio Radar de la Base la presión atmosférica, altura, velocidad del viento, temperatura, etc.. etc. Se elevan a una altura de treinta mil metros y, cumplido su cometido, explotan. Por eso se les provee de un paracaídas a fin de evitar que el descenso no sea violento y no causen daño al caer a tierra.
Su radio de acción es de 50 a 200 kilómetros. De manera que si, por ejemplo sopla cierzo, el globo-sonda se desvía hacia Cataluña, y si, por el contrario, sopla bochorno, el aparato toma la dirección del Moncayo.
El día que Bautista Llop se lo encontró en Fayón soplaba el cierzo, no cabe duda.
Puestos al habla con las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos en Zaragoza, en conversación sostenida con el amigo Abizanda, éste ratifica cuanto decimos y, al preguntarle cuál debe ser el proceder de quienes encuentren los transmisores de radio caídos, nos dice:
-Como todos los días desde hace dos meses, caen dos aparatos y seguirán cayendo. Es conveniente que sepan que no se trata de un secreto militar, y que, incluso, pueden quedárselo como recuerdo. Han sido varios los entregados en cuarteles de la Guardia Civil, y varias también las llamadas a la Base comunicando hallazgos de este tipo. Las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos dan las gracias por esa voluntaria colaboración, pero ya te he dicho que pueden quedarse con los radio-transmisores que encuentren.
Muchos de los que en Norteamérica han asegurado ver «platillos volantes» no vieron otra cosa que globos sonda que brillan mucho a la luz del sol. Agradecemos a nuestro celoso corresponsal literario en Fayón, querido amigo don Santiago Pipió Murillo, los detalles que nos remite del hallazgo de lo que él, desde el primer momento, creyó se trataba de un globo-sonda y… ya saben cómo deben comportarse los simpáticos fayonenses y todos aquellos que encuentren por esos campos de Dios «satélites artificiales» sin perro dentro.

Pues eso es todo. A ver si hay suerte y alguien que viviera aquello nos manda unas líneas comentando lo ocurrido. Porque, eso de las sondas… ¿qué era?

Y mañana…
La calle que no tenía 1 ni 7

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