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La ´movida´ cultural del Matarraña

Con poco más de 500 habitantes, el municipio turolense desarrolla una abrumadora actividad de ocio durante todo el año, con siete asociaciones que agrupan a todos los inquietos colectivos de la localidad.

03/04/2011 F. M. H.

 

Pez que se duerme, se lo lleva la corriente. Bien lo saben en Peñarroya, y no se trata de un desbordamiento del río Tastavins. Los vecinos no se resignan a que su tiempo libre transcurra entre la televisión y la videoconsola, y se han propuesto no dar tregua al calendario en cuanto a actos culturales y deportivos. Cuentan con nada menos que siete asociaciones para apenas 500 habitantes.

La frenética actividad se refleja hasta en su alcalde, Francisco Esteve. “Somos tan pocos que tenemos que hacer todos de todo; yo no estoy en la asociación de jóvenes porque ya no lo soy, ni en la de Hípica porque no tengo caballo, ni en la de mujeres, claro”, explicaba, riendo, “pero sí en todas las demás”.

La más veterana es la Asociación Cultural Tastavins, que lleva más de diez años gestionando el Museo Etnológico Lo Masmut. Prácticamente la mitad de Peñarroya, más de 200 personas, la integran. “Para el museo colaboró todo el mundo aportando y restaurando elementos de la vida tradicional que tenían”, cuenta Ricardo Blanc, su presidente. “Pero además organizamos actos todo el año, hacemos charlas, montamos excursiones en San Jorge…”.

No se olvidan de ninguna franja de edad, contando también con actividades infantiles y actuaciones. “En julio se organiza el Mes Cultural con aún más actividades, como una excursión nocturna, la subida a la ermita de la Virgen del Carmen o actuaciones en el puente gótico. La respuesta de la gente incita a hacer más cosas”, afirma Blanc.

Lo mismo opinan los jóvenes, desde la Associació de Jóvens de Peñarroya. Hace diez años que se pusieron a la tarea de conseguir un ocio interesante para ellos, “una excusa para reunirnos todos, los que estudian o viven fuera, y dar un poco de visibilidad a nuestras inquietudes”, como explica Nacho Sorolla, de los que están “desde el principio”.

Nacho, como otros compañeros, está pasando el relevo a las nuevas generaciones, pero sigue involucrado. “Siempre nos hemos centrado mucho en el Franja Rock“, cuenta, “que intenta traer grupos de música joven que es difícil que se oigan aquí. Intentamos potenciar lenguas minoritarias como el catalán que se habla aquí –con los Draps como buque insignia–, o el aragonés”.

Con sus 35 miembros como media, organizan presentaciones de libros y charlas “sobre despoblación rural, cooperación internacional u otros temas que nos puedan interesar”. Sus actividades se van diversificando también por la buena acogida, como la Trobada de Gaiters, encuentro de dulzaineros, en realidad. “La gente de fuera alucina de la participación juvenil”, presume.

Lo de las mujeres en casa viendo el culebrón tampoco casa con la filosofía de Peñarroya. La asociación de mujeres de la Dona Peñarrogina, con sus casi 60 socias, no so solo organizan cursillos de encaje de bolillos o patchwork, sino que se ponen teatreras. Han organizado un grupo dramático, La Quiquereta, que como explicaba Dolores Beltrán “empezó como distracción, pero ya nos han llamado de pueblos de alrrededor”. Y es que se reunieron hasta 600 personas para ver a los artistas en el pabellón, representando tanto obras clásicas como de nueva creación, como La suerte de la fea, la guapa la desea.

La asociación musical Peñarbes pone la banda sonora. Surgida hace 15 años por la inquietud de los vecinos de Peñarroya y Herbés (Castellón), de los que tomó el nombre, hoy en día cuenta con 45 miembros en la banda, “una barbaridad para un pueblo de 500 habitantes”, como explica la directora, Ana Reyes Palos. Al principio se apuntaron todos los chicos del colegio, se contrataron profesores y se compraron instrumentos… Hoy, el impulso sigue solo en una banda joven, de 20 años de media, con cantera y clases de música.

El club de fútbol, que en solo tres años consigue reunir a cien forofos como local, o el club de Hípica, que comienza a expandir sus redes por la comarca, son otros ejemplos del trabajo en equipo que caracteriza al pueblo. Pero quizá lo que mejor lo simboliza son Los Calatravos. “Cada tres años, organizamos una recreación de la visita de los caballeros de la Orden de Calatrava para recaudar impuestos desde Alcañiz”, explican desde el pueblo. En esta especie de mercado medieval colaboran todos: Las mujeres organizan talleres de oficios, los jóvenes aportan música y teatro por la noche… De todo menos aburrirse, casi al contrario. “Los jóvenes me decían en fiestas que entre música por la mañana, niños por la tarde y conciertos de noche, habrá que ir dejando cosas porque no dan abasto”, contaba el alcalde, riendo.

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