El mejor legado del brigadista Rafael Andreu (Torredarques)

El mejor legado del brigadista Rafael Andreu

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Gente con D.O:El viernes nació en el Hospital Comarcal de Alcañiz el hijo de Rafael Andreu, uno de los brigadistas de la base de Alcorisa fallecido en el accidente de helicóptero del 19 de marzo. Es un niño fuerte, sano y muy deseado y esperado.

Por dos días no nació la misma fecha que su padre. Y por dos días no vino a este mundo en el primer aniversario de boda de sus progenitores. Demasiadas casualidades, como la que hizo que su padre se marchara antes de verlo nacer el 19 de marzo, en el accidente de helicóptero de Villel junto a otros cinco compañeros de brigada en acto de servicio. Ayer pasó su última mañana en el Hospital Comarcal de Alcañiz donde nació. Antes de darle el alta médica su madre Beatriz lo mima en sus brazos y no le quita ojo. Está orgullosa de él. Su padre también lo mira. Lo ha hecho todo el tiempo desde una fotografía colocada en la ‘mesita de noche’ de la habitación. «El cristal necesita una limpieza porque todo el que ha venido ha cogido la foto», dice la madre. «Rafael está en la memoria y hablábamos mucho de este momento. Lo tenemos presente cada día», dice Beatriz. Ella es natural de Horta de Sant Joan, lugar al que va a regresar. «Mi familia está allí pero vivíamos aquí donde también teníamos el médico. He querido que naciera en Alcañiz porque a mi marido sé que le hacía ilusión», explica mientras lo mira. «Teníamos otro nombre pensado antes de lo que pasó», reconoce. Nació por cesárea en la mañana del viernes aunque estaba ‘programado’ para el 11 de mayo. «Estaba convencida de que sería antes. Rafa siempre me decía que por qué estaba tan segura ¡y casi nace el 1 de mayo! Intuición», relata sonriendo.

«Alto como su padre»
Rafa ha sido un niño deseado por su familia paterna y materna. Es el primer varón para los abuelos Malrás y el primer y único nieto de los Andreu, a los que tiene en Torre de Arcas. Está tranquilo antes de salir fuera y duerme aunque dice su madre que «tiene días y ratos». De vez en cuando sonríe y a pesar del movimiento no se inmuta. Es pronto para sacarle parecidos pero sus largas piernas y sus grandes manos auguran una buena estatura, «como su padre», dice Beatriz. Lo vuelve a mirar, lo coge y piensa en alto que «lo importante ahora es que crezca y se haga fuerte».

* Más información en la edición impresa.

El mejor legado del brigadista Rafael Andreu.

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