Todos los huevos en la misma cesta « Lo finestró del Gràcia

Todos los huevos en la misma cesta

(Article publicat al Diario de Teruel, el dia 16 d’agost, sobre la meua posició amb relació a les 112 obres d’art, procedents de les parròquies de la Franja i des de fa més de cent anys al Museu de Lleida)

José Miguel Gràcia*

El lector que haya tenido la paciencia de seguir mis artículos de opinión en este periódico o en otros medios, o tal vez en mi blog personal, sabrá de mi posición respecto a las 112 obras de arte provenientes de las parroquias de la Franja, ahora en el Museu de Lleida Diocesà i Comarcal, desde hace más de cien años. Hasta el año 1995 las parroquias en cuestión pertenecían al Obispado de Lérida, como todo el mundo sabe. Mi opinión con relación al conflicto, ahora y desde siempre, ha sido que éste solo podrá resolverse a través de la negociación. Y no solo eso: cualquier otra solución por la vía de los tribunales civiles puede dejar muy mal parada a una de las partes, o tal vez a las dos. Y además, al paso de los días se complica más la solución.

Antes de seguir quisiera dejar bien claro que por defender esta posición, jamás ningún medio zaragozano ha publicado una sola línea mía al respecto. Por supuesto, tampoco me publicarían el presente artículo.

Resumiré cuanto pueda la posición de ambas partes: la aragonesa aduce que los bienes estuvieron siempre en el Museu de Lleida en calidad de depósito y la parte catalana que la mayoría de las obras pertenecen a dicho museo (compra, permuta y otros) según se demuestra en la documentación que guardó el obispo Meseguer. Los decretos y resoluciones vaticanas siempre han dado la razón al Obispado de Barbastro-Monzón. El Museu de Lleida pone de manifiesto que nunca el Vaticano ha tenido en cuenta sus reclamaciones y la documentación presentada y que la justicia no puede ir en contra de la razón.

De parte aragonesa, sin decirlo, se reclama la figura del exequátor, es decir una sentencia judicial por la cual los tribunales de un país dan validez a otra sentencia judicial de los tribunales de otro país. Podría tener éxito la reclamación si el Vaticano fuese un estado normal. No nos engañemos el Vaticano no cumple los principios que exige el exequátor  —tratado, reciprocidad, regularidad, compatibilidad, leyes procesales equivalentes, etc. Todas las razones de la parte aragonesa están depositadas en esta figura, es decir todos los huevos están en la misma cesta.

Desde el Museu de Lleida se ha venido acumulando documentación de los bienes en cuestión a través de las diferentes reclamaciones al Vaticano, se han escrito libros, se han publicado artículos, se han recogido informes técnicos, se ha trabajado la usucapion, se han acumulado testimonios y realizado algún que otro documental, mientras tanto el Obispado de Barbastro-Monzón, el Gobierno aragonés, todos los partidos y los medios de comunicación zaragozanos han tratado de convertir el conflicto civil o de las dos diócesis en un conflicto político entre Aragón y Cataluña. Y para mayor inri los más beligerantes comparan el conflicto al de los papeles de Salamanca, que, por cierto, la mayor parte no se ha devuelto todavía. Craso error que pone al descubierto la carencia de razones de quien lo compara. Si el conflicto no lo pudieron resolver las dos diócesis afectadas, ¡por algo sería! Si los decretos/sentencias del Vaticano no se han aceptado por una de las partes, el Obispo de Lleida, ¿qué tipo de justicia es la vaticana?

Si desde la parte aragonesa, en vez de blandir únicamente las resoluciones del Vaticano, se hubiesen analizado en profundidad todas las razones del contrario para intentar encontrar alguna falla o defecto de forma, si se hubiese hablado más de devolución a las parroquias de donde salieron las obras, si se hubiese insistido más en la aproximación del disfrute de las obras a las parroquias de La Franja, si se hubiesen planteado diferentes tipos de propiedad y de disfrute con carácter temporal o intermitente, etc., etc., los huevos estarían repartidos en cestas diferentes y la ciudadanía aragonesa estaría menos crispada y tendría una visión más amplia del problema y de su complejidad. ¿Cómo y quien explicará a la ciudadanía un fallo desfavorable de la justicia?

El conflicto está ahora en manos de la justicia española. Amics del Museu de Lleida presentó hace bastante tiempo una demanda al juzgado número 4 de aquella ciudad sobre la propiedad de los bienes. Recientemente el Gobierno de Aragón ha presentado un recurso contencioso-administrativo en la Audiencia Provincial de Lleida para que el juez obligue (exequátor) al Museu de Lleida —i/o consorcio— a entregar los bienes a la diócesis de Barbastro-Monzón. Anteriormente, tanto el Gobierno de Aragón como el Obispado de Barbastro-Monzón habían presentado el recurso en el juzgado de Barbastro, aunque las obras en litigio están en Lleida. Las diferentes instituciones que conforman el consorcio —Generalitat de Catalunya, la Diputació de Lleida, l’Ajuntament de Lleida, el Bisbat de Lleida i el Consell Comarcal del Segrià— del museo se presentarán individualmente en el recurso. Al parecer, el Obispo de Lleida, Joan Piris, se opone al exequátor personándose ante el juzgado de Barbastro, pero habiendo aducido antes problemas procesales para hacerlo. Y en éstas estamos.

El conflicto no lo ganará el que más grite, el que más exabruptos lance al contrario, el que más amenace, el que más soliviante a la ciudadanía, sino el que aporte a la justicia más pruebas y un amplio y mejor razonamiento, acompañado de documentos e informes técnicos que lo justifiquen. Mucho me temo que el exequátor va a dar muy poco juego.

Háganme caso las partes y siéntense a negociar. Entre el quedarse siempre todas las obras de arte en el Museu de Lleida o entregarlas para siempre al Obispado de Barbastro-Monzón, hay una pléyade de soluciones intermedias de tiempo y lugar que la inteligencia y la razón de las partes harían aflorar sobre la mesa de negociación. Y al final todos saldríamos ganando. Mientras tanto, muy bien haríamos los ciudadanos visitando más los museos. Una tarde de sábado estuvimos solos mi mujer y yo visitando el espléndido Museo Diocesano de Huesca; cuando salíamos, una pareja de franceses entraban despistados.

*Escritor

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