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Archive for juny, 2013

Las obras del tramo de Monroyo de la N-232 se reanudarán este mismo año.

 

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Las obras del tramo entre el cruce de Ráfales y el límite provincial con Castellón están paradas desde verano de 2010.

 

La empresa adjudicataria de las obras de la carretera N-232 entre el cruce de Ráfales y el límite provincial con Castellón presentó el pasado 18 de abril un modificado del proyecto, según el PP “a coste adicional cero”, que en este momento estudia el Ministerio de Fomento. Si hay luz verde, la actuación se retomará este mismo año, ya que los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2013 contemplan un plan plurianual de 69 millones de euros para ejecutar los trabajos de aquí a 2016. Sin embargo, las obras fueron licitadas en 2007 por valor de 57.880.097 euros y adjudicadas por 47 millones de euros. 

 

El Congreso de los Diputados instó ayer al Gobierno “a proseguir con las actuaciones que desarrolla al objeto de retomar las obras de la N-232, y proceder a su ejecución conforme a la programación plurianual prevista en los Presupuestos Generales del Estado”. Además, solicitó al Ejecutivo central “impulsar todas las actuaciones necesarias para lograr la transformación del tramo de la N-232 El Burgo de Ebro-Alcañiz-Mediterráneo en autovía”. La proposición no de ley fue presentada por el PSOE, y enmendada por CHA y el PP, siendo aprobada finalmente por unanimidad.

 

En el debate político, el diputado del PP Mario Flores explicó que, a fecha de 18 de abril, la empresa adjudicataria dio entrada en el Ministerio de Fomento a “un modificado con adicional cero”, que está pendiente del informe de Inspección General de Fomento. “Una vez que tenga ese informe, que presumiblemente será favorable, se dará continuidad a las obras, y está previsto que en este año se cumpla la anualidad que en estos momentos recogen los PGE”.

 

El diputado socialista Vicente Guillén dijo que el tramo carretero “requiere de un urgente acondicionamiento”, dada la “peligrosidad” que entraña “un hundimiento que se ha producido en los últimos días en la zona de Val de Luna”.

 

Por su parte, el diputado de CHA por La Izquierda Plural, Chesús Yuste, definió como “situación inaceptable” el estado de estas obras, y señaló: “Que el Gobierno anterior del PSOE no hiciera los deberes no debe exonerar de responsabilidad al actual Gobierno del PP”.

Ácratas lingüísticos | Opinión | EL PAÍS.

La epidemia de modalidades lingüísticas pretende romper la unidad de la lengua catalana e imponer el predominio del castellano en las comunidades bilingües

 

 

 

Todos los días vemos como los autodenominados “liberales” se llenan la boca del vocablo “libertad”, lo ensalivan con mimo y lo escupen por el colmillo como si fuera un hueso de aceituna. Han encontrado en la jaculatoria la coartada perfecta para su anarquismo de derechas, faltón y bullanguero, que abomina de la intervención estatal, aunque sean normas de tráfico restrictivas para el consumo de alcohol (“nadie me va a decir a mí lo que puedo beber o no”, soltó un día el más liberal de los liberales José María Aznar). Su principales caballos de batalla son los servicios sociales, que deben ser implacablemente aligerados, y los impuestos, que deben bajar incesantemente para que el dinero fluya hacia donde tiene que estar, el bolsillo de los ¿ex? contribuyentes. Etcétera.

Pero también es cierto que estos feroces libertarios echan mano firme de las leyes del Estado cuando se trata de defender sus principios (la indisoluble unidad de España, la cadena perpetua), sus creencias (aborto, matrimonio, reforma educativa) o sus manías (las armas en Estados Unidos, las modalidades lingüísticas por estos lares). Y aquí quería llegar, porque a quienes tenemos el catalán como lengua materna -y que por cierto no nos dejaron estudiar en la escuela-, nos cuesta entender por qué España no acaba de hacer suyas las otras lenguas españolas como nosotros hacemos nuestro el castellano, tanto que lo convertimos en nuestra principal lengua de expresión, pese a que nos relacionamos familiar y socialmente en catalán. Da la impresión de que a buena parte de la ciudadanía le cuesta asumir lo obvio: que en algunos de sus territorios hablan distinto y sienten de forma diferente sin que ello sea incompatible con una idea conjunta de España.

Dicho de otra manera: los que hablamos y sentimos en catalán, aunque no seamos catalanes, como es el caso de los isleños, somos o podemos ser España, pero a partir de ese pequeño detalle, que tiene poco de nacionalista y mucho de sentimental (aunque los nacionalismos apelen al sentimiento, no todos los sentimentales somos nacionalistas), y no lo hacemos por fastidiar ( per emprenyar, diríamos nosotros) sino porque es nuestra lengua, queremos preservarla y para ello es necesario defender su unidad, como cualquier otro idioma. Es decir, de la misma manera que hay diversas formas de hablar castellano pero una sola lengua castellana, también hay múltiples variedades de hablar catalán pero una sola lengua catalana.

Esto, que debería ser una obviedad, porque sin unidad lingüística una lengua no puede servir como herramienta cultural, se ha convertido en un auténtico esperpento con la aprobación por parte del parlamento aragonés de una ley que denomina “lapao al catalán que se habla en su franja oriental, con la indisimulada intención de no llamar a las cosas por su nombre y no dar al catalán lo que es del catalán. Pero no solo hay lingüistas creativos en Aragón: el propio presidente de nuestra comunidad balear, declaraba hace pocos días que “los mallorquines hablan mallorquín, los menorquines, menorquín, los ibicencos, ibicenco, y los formenterenses, formenterense”, sin mencionar ni una sola vez el vocablo “catalán”. Y menos mal que no hay nativos “cabrerenses” o “conejerenses” porque, según la doctrina Bauzá, también tendrían su propia academia de la lengua.

A quienes tenemos el catalán como lengua materna nos cuesta entender por qué España no hace suyas las otras lenguas españolas como nosotros hacemos nuestro el castellano

Astracanadas aparte, lo cierto es que la epidemia de modalidades lingüísticas-así las llaman nuestros libérrimos liberales- no tiene otro propósito que servir de coartada para el auténtico objetivo de romper la unidad de la lengua catalana e imponer de forma natural el predominio del castellano en las comunidades bilingües. Y de nuevo vuelve a surgir el maleable (para ellos) concepto de libertad: que cada uno, o sea cada comunidad, haga lo que quiera con su lengua cooficial (¿quién me tiene que decir a mí el nombre de la lengua que hablo o no hablo, etcétera?), o sea, barra libre para las barbaridades lingüísticas, con lo que se legitiman lapapazos de toda índole, por arbitrarios, irracionales y acientíficos que sean. Tal como van las cosas, a nadie extrañará que pronto surja la “lapaoa” (lengua asturiana propia de Oviedo y alrededores) o la “lapapa” ( lengua argentina propia de la Pampa). And so on.

Como escribía hace poco en estas páginas Juan Claudio de Ramón (“Por una ley de lenguas”, El País, 7 de mayo), “necesitamos como el respirar una ley de lenguas oficiales. El precio que estamos pagando por no tenerlas en forma de envenenamiento, bronca y derroche malsano de energía es inasumible”. Una ley que abogue por la cooficialidad real de las cuatro lenguas españolas (a ver si podemos llegar a escribirlo sin cursivas), que facilite su uso a nivel estatal y que al mismo tiempo recoja el derecho a la enseñanza bilingüe en los territorios con dos lenguas cooficiales para que la inmersión no sea necesariamente a pulmón libre.

Desactivar pasiones un tanto artificiosas y dilucidarlas políticamente es crucial en unos tiempos en que abundan penurias mucho más terrenales. Reprimir con la legalidad en la mano (máxime si es arbitraria y estrafalaria, como en este caso de “las modalidades”) en este asunto lingüístico no solo es un sinsentido sino un argumento más a favor de esa “furia institucional iconoclasta”, de la que habla el catedrático de derecho constitucional Fernando Rey y que puede afectar incluso a gentes templadas a quienes irrita la sinrazón. Este atribulado país necesita menos ácratas lingüísticos y más sentido común.

Pedro J. Bosch es médico oftalmólogo y periodista.

El LAPAO serà oficial a partir de Sant Joan.

Dilluns passat el BOE portava publicada la reforma de la Llei de llengües d’Aragó que canvia la denominació del català que es parla a la Franja de Ponent

 

Lleida | 12/06/2013 – 10:47h

 

ACN

 

La reforma de la Llei de llengües d’Aragó entrarà en vigor un mes després de la seva publicació al BOA, que va ser el 24 de maig. Això no obstant, com a reforma legislativa també ha de sortir publicada al BOE, i això va ser el passat dilluns 10 de juny. Amb l’oficialització de la llei quedarà derogada la que va aprovar el 22 de desembre de 2009 el govern socialista de Marcelino Iglesias sobre l’ús, protecció i promoció de les llengües pròpies d’Aragó.

El fet que la nova llei comporti la denominació de LAPAO al català que es parla a la Franja de Ponent ha comportat en el darrer mes múltiples mostres de rebuig des de diferents àmbits. En aquest sentit, s’han aprovat mocions de rebuig, tant a ajuntaments catalans com el de Lleida com a ajuntaments de la Franja com el de El Campell. La Diputació de Lleida i també la Diputació d’Osca han aprovat mocions en contra.

Així mateix, a finals de maig es va celebrar una cimera d’alcaldes de la Franja de Ponent a Mequinesa per tal de consensuar un manifest conjunt i portar la llei de llengües davant la justícia. En total hi van participar una trentena de batlles, que van renovar la ‘Declaració de Mequinensa’ en defensa del català. Els alcaldes provenien de formacions polítiques com el PSOE, la Chunta Aragonesista, el Partit Aragonés i CDF.

Sortir de la crisi | Lo finestró del Gràcia.

(Publicat al Diario de Teruel, columna Lo Cresol, el dissabte 8 de juny del 2013)

“El curt espai d’aquesta columna pot semblar tan insuficient com impropi per a tractar d’un tema de la complexitat de la crisi econòmica, tot i que, a vegades, cal  sintetitzar al màxim per poder veure, no tot el bosc, si no només els arbres més grans del bosc. Ras i curt, només conec dues formes per poder créixer econòmicament i reduir l’atur, condició necessària per deixar enrere o superar la crisi: augmentar les exportacions i/o incrementar el poder adquisitiu dels ciutadans.

Exportar no és gens fàcil, més encara, molt difícil. Es necessita un bon producte i de preu competitiu, i a més, un mercat amb poder adquisitiu suficient. En aquests moments, quan la crisi econòmica s’estén per tota la UE, i els països emergents inunden el món de productes, l’increment de les exportacions, passa a ser gairebé una quimera.

El primer efecte de les retallades, que en la majoria dels casos es converteixen en nous acomiadaments o reduccions de sous i pensions, és la reducció del poder adquisitiu dels ciutadans, altrament dit, un encongiment de la demanda interior, la qual cosa produeix decreixement econòmic i atur. La crisi s’aguditza.

És ben cert que el dèficit públic no pot continuar als nivells actuals, però si només es brandeixen les retallades per reduir-lo, és gairebé pitjor el remei que la infermetat. Aquest és el gran error: quan es calcula la futura reducció del dèficit sumant les retallades —reducció de personal, baixada de sous i pensions—, om oblida del seu efecte negatiu, el qual, de vegades, potser superior, per la depressió de la demanda interna, a l’estalvi previst. La reducció del dèficit públic en situació de forta depressió econòmica, precisa de terminis llarguíssims i retallades de despeses molt selectives. Per què no es va incloure a la Constitució Espanyola un topall de l’atur, en compte d’un topall del dèficit públic? El FMI diu ara que es va equivocar amb Grècia al no avaluar els efectes negatius de l’austeritat, perquè tot ha empitjorat en aquell país. No trigaran massa a fer el mateix comentari respecte a Espanya. Ai! si no fos pel turisme…”

A diputación de Uesca y os concellos de L’Aínsa y Exeya refusan tamién a lei de no luengas | Arredol.

 

Manifestación por a igualdat d'as luengas en l'anyo 2009

Manifestación por a igualdat d’as luengas en l’anyo 2009

 

O refús contra la lei de no luengas contina espardindo-se por diferents entes administrativos. O concello d’Alcampell ya la refusó a los pocos diyas d’aprebar-se y, dende diferents concellos d’a franja, se anunció que se empentarían iniciativas parellanas de refús ta ista lei. En ista semana, os concellos de Exeya, en Cinco Villas y L’Aínsa, en Sobrarbe, s’han sumau de diferents trazas a lo refús. A zaguer institución, por agora, y a primer supralocal en fer-lo ye a Diputación Provincial de Uesca, que aprebó una propuesta de lei d’o PSOE demandando que se derogue a nueva lei.

 

O concello de L’Aínsa refusó o martes a lei de no luengas, en aprebar-se a moción presentada por IU, a on que antimás demandaba a lo Gubierno que continasen as “actividatz y programas d’amostranza de l’aragonés y o catalán en os centros educativos”. A moción estió refirmada por os concellers de CHA y IU, l’alcalde, d’o PSOE y dos concellers d’iste partiu. Atro conceller d’o PSOE y o d’o PP en votoron en contra y o conceller d’o PAR s’abstenió. Marisa Ventero, portavoz de IU en o concello sobrarbense, criticó que os concellos tenesen a competencia de decidir o nombre d’as luengas remerando que istos no son “entidatz scientificas” y que d’as dos academias d’a lei anterior se pasase a nomás una “ta no haber d’admitir a existencia d’o catalán”.

 

En Exeya estió o miercols, a iniciativa de CHA, que o concello demandó “maximo respeto t’os fablants d’as luengas minoritarias d’Aragón” y que no “s’aplicase ni desembolicase” a lei de no luengas, en incumplir a Constitución, l’Estatuto d’Autonomía y a Carta Europea d’as luengas rechionals u minoritarias”. Alberto Celma, portavoz de CHA en o concello, declaró que “ista situación afecta a os dreitos d’a ciudadanía aragonesa y a la historia y dignidat d’iste país”. “Cuanto a l’aragonés – dició Celma – luenga privativa d’Aragón que se charró en quasi tot lo nuestro territorio y d’a que habríanos d’estar argüellosos, con ista lei ye en serio risque de pasar a estar luenga muerta y ya no será luenga de dengún”.

 

A Diputación Provincial de Uesca, se sumaba o chueves ta ista mena d’iniviativas. A mayoría d’o PSOE, con tretze votos debant d’os nueu d’o PP y os tres d’o PAR, conseguiba aprebar a propuesta de lei  a on que se demanda a derogación d’a lei. En a propuesta considera que s’ha feito un “ridiculo historico en clamar LAPAO a lo catalán y LAPAPYP a l’aragonés“. Tamién se i expresaba “a temor” de que a nueva lei chenerase problemas en prebar de convalidat o catalán ta estudiar u treballar en Catalunya.

 

A moción esfendeba a necesidat de preservar y espardir catalán y aragonés “en todas as dembas que las sientan como propias”. O PSOE ha lamentau que o gubierno “renunciase a recuperar y potenciar l’aragonés” y que no metese en marcha una “autentica politica propia cuanto a lo catalán, en estar ista una luenga propia, historica y tradicional en Aragón”.

 

Dende difuera d’Aragón, tamién bi ha habiu institucions que han refusau a zaguer modificación d’a lei de luengas que no reconoix a l’aragonés y o catalán como tals. O concello de Tortosa u a Diputación Provincial de Leida en son eixemplos.

 

D’atra man, tamién s’ha creyau una colla de lectors de Jesús Moncada, escritor en catalán naixiu de Mequinenza, qui son promovendo un manifiesto en contra d’ista lei. Iste se suma a lo promoviu por as principals asociacions en esfensa de l’aragonés, que facioron publico o pasau 29 de mayo.

 

 

 

Fernando Blanco. Del exilio francés a Calaceite | FronteraD.

 

 

“Los trabajadores de las fincas no se llaman Pedro, Antonio, Miguel…”, dijo el nuevo dueño del bar de la avenida de Cataluña en Calaceite, un rumano que llegó a este pueblo de Teruel unos diez años atrás y que tuvo la suerte de que el antiguo propietario, comunista, al saber de su nacionalidad decidiera emplearlo. Las cosas le fueron bien, pues pilló los que ahora se conocen como “años dorados”, se trajo a su mujer y juntos gestionan el bar, en el que no noté más diferencia respecto a tiempo atrás que el acento del jefe. Estaba desayunando mientras esperaba junto a otro par de madrugadores –una pareja que salía de las catacumbas del grunge– a que apareciera el autocar de la Hispano Igualadina en dirección a Barcelona. Acababa de pasar un fin de semana largo haciendo fotos en Calaceite y el hombre había tenido que verme cámara en ristre. Eso dio pie a que me mostrara un libro de fotografías dedicado a las mujeres del pueblo, donde aparecía su mujer como una calaceiteña más. Me figuré por eso que iba a soltar una ristra de nombres de jornaleros de países del Este o del norte de Europa, pero dijo: “No: se llaman ‘Número tal’ y ‘Número tal otro’. Si el encargado tiene que hablar con alguno lo llama ‘eh, tú, número tal’, y si alguno de los trabajadores quiere hablar con el dueño, no puede hablar directamente, ¡tiene que pedir día y hora!”. Que este hecho escandalizara a un hombre llegado de la depauperada Rumanía, el país donde gobernaron los Ceaucescu, parecía una señal fiable del deterioro de las condiciones de trabajo en la zona del Matarraña.

 

Así estaban las cosas a primeros de agosto de 2012, con la crisis económica a galope tendido, y los campos de almendros y olivares que rodean los pueblos de la comarca a punto para la recogida. Si hay una persona en Calaceite que nunca toleraría ser tratado como un simple número, pensé, porque nunca ha tolerado que se le trate como a un simple número, ese es Fernando Blanco.

 

Cuesta creer que Fernando Blanco tenga 82 años. Al margen de un problema en la vista, se le ve en buena forma y con una envidiable claridad de ideas. Sorprende, cuando una averigua que nació en Lérida en 1930, su clara dicción en castellano, la ausencia de acento catalán. Fernando pasó parte de su infancia en Burgos, de donde era su madre. En la capital castellana, “beata y fascista”, decidió buscar refugio el padre, Teodoro Blanco, comandante del castillo de Lérida durante la Guerra Civil española en el bando republicano. Acabada la contienda y en pleno periodo de represalias y ejecuciones, cuando se había puesto precio a su cabeza, se dijo que a nadie se le ocurriría buscarlo en la ciudad cogollo de los franquistas y allá se trasladó la familia. Teodoro Blanco fue apresado cuando la sed de venganza había remitido y había terminado, en palabras de Fernando, “el ansia de matar”. Sin embargo, recuerda, si su padre se salvó de una condena a muerte segura fue porque se ocupó del caso un coronel, abogado, franquista, sí, pero que sabía que desde el bando de la República el comandante Blanco se opuso repetidamente a la ejecución de personas culpables… de acudir a la iglesia. Ningún testigo compareció para acusarlo y se zafó de la pena capital.

 

“¡Por ir a la iglesia no los iban a matar!”, protesta Fernando, y en boca de un firme y jocoso anticlerical como él la frase dice mucho de su carácter. De estos primeros años de posguerra él recuerda y subraya “el hambre y la miseria”. Lo dice en el tono de haber pensado a menudo en ese tiempo y en las prioridades que marcó. Precisamente de la “hambruna” que siguió a la guerra hablaba no hace mucho el cineasta Carlos Saura, explicando que, junto al frío, marcaba el contexto de su película ¡Ay Carmela! Una vez liberado el padre, el matrimonio Blanco, que tendría siete hijos, se trasladó a Barcelona. El joven Fernando aguantó en España hasta 1955, y para entonces, cuando con 25 años se exilió en París, había realizado cursos de dibujo en la Llotja, se había empleado en distintos oficios y militaba en el grupo Fomento Obrero Revolucionario, de ideología trotskista-anarquista. Llevaba una carta de presentación para el célebre poeta surrealista francés Benjamín Péret (1899-1959) que militaba en la sección francesa del FOR. Péret es hoy conocido para unos pocos, pero en la época era famoso, además de por su militancia política, que lo llevó a defender al bando republicano español, por ser, junto con André Breton, uno de los fundadores del movimiento surrealista. El encuentro con Péret fue sin duda el hecho más significativo en el plano artístico y el que ha dejado una huella más profunda en la memoria de Blanco, no solo por la simpatía personal que surgió entre los dos hombres –al mencionarlo, asoman a su sonrisa la complicidad y los recuerdos de una amistad que marcó su juventud–, sino también porque le ofreció un contexto artístico, el del surrealismo, al tipo de imaginación que Fernando Blanco cultivaba en sus dibujos.

 

El autor de Je ne mange pas de ce pain là y el joven exiliado español se trataron con frecuencia, hasta la muerte del poeta en 1959. Péret, que había participado en la Guerra Civil española, y estuvo exiliado en México y en Brasil, lo introdujo en los círculos anarquistas y surrealista de París o… como añadía con sorna el poeta, “lo que queda del surrealismo”, que casi podía resumirse en la figura de su gran amigo Breton. Péret y Breton, que falleció en 1966, yacen en tumbas próximas en el cementerio parisino de Batignolles.

 

La emigración a Francia de los años 50 tuvo un carácter más político que la que llegó en las dos décadas siguientes, que estaba menos ideologizada y tenía objetivos básicamente económicos. Aunque el impacto que pudieron experimentar unos y otros fue parecido ante la libertad de costumbres que se respiraba en la Francia laica y republicana es posible que los exiliados de los años 50, que se integraron plenamente sin dejar de ser españoles, establecieron una relación menos superficial que quienes lo hicieron movidos por la oportunidad de aprovechar la eclosión económica europea de los años 60 y 70, una eclosión que, de la mano de la publicidad y de los nacientes estudios de mercado, provocaron una revolución social que sirvió para desideologizar a una parte de la clase trabajadora, aunque también para alimentar distintas corrientes de pensamiento crítico, desde la izquierda, a veces en tono satírico pero no solamente.

 

Películas de estilos tan diferentes como Rogopag (de Rosselini-Godard-Pasolini-Gregoretti), La dolce vita (de Federico Fellini) y Tout va bien (de Jean-Luc Godard), ilustran bien el cambio de costumbres, los intentos de sedar ideológicamente a las clases trabajadoras proporcionándoles bienes de consumo a bajo precio, la relajación de la mano de hierro de la Iglesia y los conatos –a veces pintorescos– de la intelectualidad de izquierdas por servir a la causa de los trabajadores. Precisamente estos años fueron para Fernando Blanco y su mujer, Luisa Rebollo, a la que conoció en la capital francesa, los más plenos y felices.

 

Por entonces cultivaba el dibujo y el grabado pero no a tiempo completo –hasta hace muy poco tiempo, Blanco ha sido uno de los escasos grabadores que han trabajado la manera negra, o mezzatinta, la técnica más difícil–. La exposición itinerante que conmemora la figura de Walter Benjamin, en el 70 aniversario de su muerte en Port Bou, incluye un grabado suyo, la única mezzatinta en una colección de obras que reúne hasta a cien artistas, Eduardo Chillida entre ellos. También la Biblioteca Nacional tiene catalogada una manera negra suya: Hipocampo. Tierra-mar. Exiliado en París, Blanco no se planteó entonces emprender una “vida de artista” profesional.

 

Benjamín Péret, que ejercía de crítico de arte y se movía entre galeristas y creadores, mostró interés por sus obras y le animó a profesionalizarse; ponía a su disposición los contactos, la oportunidad de exponer y de lanzarlo. Pero Blanco, pese a la reputación de Péret como crítico duro y respetado que se expresaba sin pelos en la lengua, un carácter y una posición que daba más peso a cualquier juicio positivo suyo, tenía presente el recuerdo de tanta penuria pasada y no era amigo de dar saltos en el vacío ni de jugar a la bohemia.

 

Prefirió conservar la independencia, paradójica, que consiente un sueldo, entendiendo, como Jean-Jacques Pauvert, el gran editor de los surrealistas, que nadie tiene más jefes que un artista. Las jornadas de trabajo en aquellas décadas eran largas y duras, una paliza de horas de trayecto de ida y vuelta del trabajo a casa. Pero era también el apogeo de las reivindicaciones y la lucha obrera, con su traducción en huelgas, despidos y ficha policial por militancia “revolucionaria”. Mayo del 68 en París supuso un punto de inflexión. Por más que la corriente revisionista de los últimos años ha intentado condenar el movimiento caracterizándolo como una fiebre de los jóvenes burgueses antes de integrarse de cabeza en el sistema, lo cierto es que muchos universitarios de las capas medias comprendieron que se les preparaba para convertirse en los futuros muñidores del sistema y quisieron cambiar las reglas del juego. En mayo del 68 Fernando trabajaba en la factoría Citroën y participó en primera fila en las huelgas. A los jóvenes universitarios que fueron a trabajar a las fábricas solía decirles que los obreros podían necesitar de los universitarios su palabra y su formación intelectual para actuar de portavoces de reivindicaciones coincidentes, lo que no necesitaban era su sentimiento de culpa.

 

Lo fácil sería dar por sentado aquí el analfabetismo de los trabajadores y la formación intelectual sin destino de los jóvenes universitarios, pero no estamos hablando de España sino del exilio en Francia, por lo que no se puede obviar el poso de memoria que dejaron en la época la guerra española y la Segunda Guerra Mundial; sería olvidar, además, el papel que la palabra, el discurso hablado y escrito, tenía socialmente, antes de que la televisión causara el efecto que ya conocemos de fascinación y adocenamiento.

 

Despedido de la Citroën, había que buscar otro empleo. Fernando Blanco cuenta que al presentarse ante el que lo iba a contratar le advirtió de que no se molestara en pedir referencias, pues le dirían que era un revoltoso, un revolucionario, “uno de esos que, ¡uy!, ponen bombas y cócteles molotov”. Pero habían llegado los años del relevo del general Charles De Gaulle por Georges Pompidou: el discurso cambia al centrarse en políticas de industrialización y modernización. La empresa en cuestión, conforme con los tiempos, centraba su interés en “ganar dinero” y reclutaba a los mejores profesionales –y así era considerado Blanco–, por lo que hizo caso omiso de fichas políticas. La lucha obrera cobra verdadero sentido, afirma Blanco, si uno es o trata de ser el mejor en su campo. “No vaya a hacer de las suyas”, le advirtió el ingeniero que lo empleó. “¡Si son ellos, que provocan!”, se ríe ahora Fernando.

 

En esta última etapa en Francia se hace cargo de la parte mecánica de la fabricación de simuladores de vuelo para un avión que es la niña bonita de Francia: el Mirage. El ingeniero tenía plena confianza en él por lo que nadie más tenía permiso para introducir cambios en los planos: “¡No entiendo cómo no se caían!”, exclama Fernando al recordar los errores que sus colegas no corregían, poniendo en peligro el plan de simulación. Sin embargo, los años revoltosos le pasaron factura –“la policía no nos dejaba en paz”, a causa de su militancia anarquista– y los Blanco decidieron adelantar el regreso a España. Tras un tiempo en Barcelona, se instalaron definitivamente en una de las casonas medievales del casco antiguo de Calaceite. La estupenda conservación del pueblo se debe en buena medida a las ayudas en condiciones ventajosas que concedía el Gobierno de Aragón para la restauración y rehabilitación del patrimonio histórico y que han ayudado a evitar la despoblación de pequeños municipios.

 

 

Imán cosmopolita

 

A partir de los años setenta, el pueblo empezó a atraer a un grupo de artistas e intelectuales que le dieron renombre y lo han convertido en capital cultural de la comarca del Matarraña. El novelista chileno José Donoso –que escribiría El obsceno pájaro de la noche precisamente durante su época española–; el poeta y traductor Ángel Crespo, que llegó en 1986 con su esposa Pilar Gómez Bedate tras una fructífera estancia en Puerto Rico; el traductor y escritor chileno Mauricio Wácquez, y artistas plásticos como Ràfols Casamada, Maria Girona y Teresa Jassà, entre otros, están ligados a la historia de Calaceite y a una efervescencia que se prolongó hasta mediados de los años noventa, gracias también a la Fundación hispano-francesa Noesis –fundada por el profesor y narrador francés Didier Coste, cuya controvertida personalidad aún se recuerda en el pueblo–, que becaba a artistas plásticos y a escritores, en su mayoría hispanos y francófonos. Eran becas-residencia de un mes, a disfrutar entre julio y septiembre. El pueblo se llenaba de color, vitalidad, anécdotas e intercambios muy fecundos.

 

Blanco era entonces responsable del taller de grabado de la fundación y con él hizo sus pinitos en la plancha de cobre un joven pintor hoy reconocido, Tung Wen Margue (de orígenes chino-luxemburgueses), que ilustró con grabados a la manera negra el texto más que hermético del escritor francés Michel Falempin, Góngora parmi les ombres (Góngora entre las sombras), que se publicó posteriormente en la colección Parvula, de Noesis.

 

Cuando la Fundación Noesis cerró sus puertas, en 1996, el flujo de artistas que llegaban cada verano se interrumpió y, con los años, al ir muriendo los mayores –Crespo, Wácquez, Jassá…–, aquel ambiente artístico cosmopolita, residuo de los setenta que unos y otros supieron conservar, se ha esfumado casi por completo, lamenta Blanco.

 

 

Grabados, dibujos, collages

 

Nunca ha pretendido ser un artista académico, pero sus creaciones no son las de un aficionado. Se observa la huella surrealista en el gusto por los juegos de palabras y retruécanos con que titula sus collages, grabados, mezzatintas y objet-trouvés. En la galería Alegría de Barcelona, donde se ha mostrado una amplia selección de sus collages, le reclaman, cuenta Blanco risueño, “más monjas lascivas y curas lúbricos”. Pero parece verdad lo que decía André Breton: “Hoy nadie se escandaliza; la sociedad ha encontrado maneras de anular el potencial provocador de una obra de arte, adoptando ante ella una actitud de placer consumista”.

 

Los temas de Blanco evocan sin disimulos el imaginario surrealista, la liberación creativa y sexual de los años 70 y las fobias anarquistas: ahí están los jerifaltes de la Iglesia –curas de a pie y arzobispos, papas y monaguillos, Rouco Varela con su sobrina enseñando ubres en Interviú y un santoral para tiempos laicos: San-dalio–. Están los militares y sus coloridas variaciones –la Legión, tenientes, caudillos europeos y africanos–, la monarquía y sus privilegios, o las celebraciones católicas, como esa plasmada en un gran collage donde parece representado Jesús con los doce apóstoles, que el cura del pueblo, de visita en casa de los Blanco, celebró satisfecho–: “¡Ves como eres algo creyente! ¡La Santa Cena!”. “No –le corrigió Blanco–. Es La Merienda Cena”. El celoso defensor de la ortodoxia católica reaccionó marchándose de la casa. La Merienda Cena, aquella que el poeta Jaime Gil de Biedma definía como “encantador expediente familiar que sospecho ya extinguido” en su Revista de bares (o apuntes para una prehistoria de la difunta gauche divine), publicado por Galaxia Gutemberg bajo el título Variedades, 1964-1979, un texto seguramente inspirado por el Manual de Saint-Germain, de Boris Vian.

 

Yo diría que Fernando Blanco sostiene un debate político con el presente. Es como si sus collages pretendiesen ponerle freno con una guasa tranquila la indignación que le provocan los desmanes de nuestra democracia y sus representantes, mientras en su maneras negras, como dice él, “el entusiasmo sale a la luz”. Sin querer que suene a epitafio, una vida cumplida sin abdicar de sus convicciones y lealtades.

 

 

María José Furió es escritora

 

Los caspolinos defienden el tren entre Caspe y Barcelona.

Tras recibir la noticia de la supresión del tramo de tren Caspe-Barcelona, los habitantes del Bajo Aragón-Caspe han decidido movilizarse contra este recorte y crear una plataforma para defender su ferrocarril. La eliminación de este tren, que parte a las 7.15 con destino a Barcelona y regresa a las 17.15, afectaría sólo al tramo que discurre entre Ribarroja y la Ciudad del Compromiso, manteniendo su recorrido en territorio catalán.

«Es el colmo del absurdo, además teniendo en cuenta que sólo hay tres trenes de media distancia rentables en España y uno es el nuestro», destacó Pepe Sanz, coordinador de la plataforma. Los otros dos ferrocarriles de media distancia considerados rentables son: Barcelona-Valencia y Barcelona-Vinaroz. «No se recorta por cuestión de dinero, ya que en Ribarroja no existen vías de estacionamiento, por lo que el tren tendría que «dormir» en Fayón y el maquinista y el interventor, en Caspe», explicó Sanz.

El objetivo del grupo es movilizar a las asociaciones y vecinos de la comarca y de todo el Bajo Aragón para evitar la supresión de este tren, que se llevaría a cabo el próximo 1 de julio. Para ello, se han puesto en contacto con la Plataforma de Desarrollo del Ferrocarril Público en Aragón, que han incluido sus reivindicaciones en las conversaciones que están manteniendo con el Gobierno de Aragón. Incluso, desde la plataforma aragonesa se ha propuesto mejorar horarios desde Mora y Caspe para fomentar el uso del ferrocarril entre la población bajoaragonesa. «Entre todos tenemos que hacer fuerza para que los trenes de media distancia se sigan manteniendo en todo Aragón», recalcó Sanz. A falta de confirmar fechas y lugares exactos, del 17 al 23 de junio se producirán actos de protesta en las distintas ciudades aragonesas.

 

Vertebración del territorio

Desde la plataforma reconocen que en invierno el número de viajeros es menor en el territorio, pero aseguran que el resto del año se superan los 30 viajeros diarios en el tramo de Caspe-Fayón. «Es un tren fundamental, ya que mucha gente de la zona de Caspe estudia, realiza gestiones administrativas o pasa su tiempo de ocio en Barcelona», añadió el caspolino.

Además, en octubre el tren de la Ciudad del Compromiso cumplirá 120 años en funcionamiento en la comarca.

Aguaviva presenta más de 700 solicitudes de prórroga en la CHE.

La plataforma aguavivana ‘El Bergantes no se toca’ presentó ayer más de 700 firmas en la Confederación Hidrográfica del Ebro para solicitar una prórroga del período de exposición pública del proyecto para construir una presa de laminación en el río Bergantes, entre Aguaviva y La Ginebrosa. Unas delegación de unas 40 personas, entre vecinos y representantes de la plataforma, se desplazaron hasta Zaragoza para denunciar que el plazo de 30 días hábiles es insuficiente para estudiar toda una documentación extensa y compleja, lo que impide realizar las alegaciones correspondientes con el nivel técnico necesario para una obra de esta envergadura.

También añaden que, en este caso, el período se ha reducido porque los vecinos de la localidad no dispusieron del proyecto hasta varios días después de que fuera publicado en el Boletín Oficial del Estado.

Además de los apoyos conseguidos en las hojas de firmas repartidas por los establecimientos de la localidad, se han conseguido firmas de vecinos de otras comarcas y de aguavivanos residentes en otros lugares como Zaragoza, Barcelona o incluso Alemania. La recogida de apoyos en contra de la presa del Bergantes a través de www.change.org continúa creciendo en la red y ya alcanza 1.900 firmas.

El 18 de junio termina el plazo para que los municipios afectados, Aguaviva y La Ginebrosa, puedan presentar alegaciones al proyecto, cuyo objetivo es construir un muro de contención para retener el agua del Bergantes en caso de avenida y dosificar su desembalse para que el caudal no llegue de forma repentina al pantano de Calanda, eliminando el riesgo para la infraestructura del embalse.

El desdoblamiento de la N-232, a debate hoy en el Congreso.

El diputado de CHA por la Izquierda de Aragón, Chesús Yuste, interviene hoy en la Comisión de Fomento del Congreso de  los Diputados para reclamar que se agilice el desdoblamiento de la N-232 en el tramo El Burgo-Alcañiz-Mediterráneo.

 

Propondrá que se incluyan suficientes partidas presupuestarias en 2014 para «pasar cuanto antes de los proyectos a las primeras obras». La última persona fallecida en esta vía ha sido una alcañizana que llevaba veinte días hospitalizada tras sufrir un accidente en un tramo cerca de Azaila. Se trata de la primera víctima en el Bajo Aragón Histórico en lo que llevamos de año. En 2012 esta carretera registró 18 accidentes, llegando a ser la que presenta un mayor índice de siniestralidad de la provincia.

Calaceite ya es también uno de los pueblos más bonitos de España.

El Pont de Montanyana decideix?.

Josep A. Vilalta, de la CUP de Torà Josep A. Vilalta, de la CUP de Torà

Per Josep A. Vilalta, militant de la CUP a Torà

Tras dejar claro que creo que lo del #LAPAO es idiota, pregunto: Catalunya ha hecho cuanto podía para hacerse querer por sus vecinos?”, preguntava al twitter l’exdiputat i exconvergent Ignasi Guardans. Coneixent el perfil espanyolista del personatge, el sentit de la piulada podria entendre’s com una crítica cap al poc interès posat pels pobladors d’aquesta comunitat autònoma per a caure simpàtics a “la resta dels espanyols”, i fins i tot podríem trobar-hi alguna semblança amb les exigències a TV3 de “respecte als símbols de la comunitat” fets des de la sucursal del PP al País Valencià. Més enllà d’especulacions sobre el què Guardans creu que caldria fer per a guanyar-nos l’amor veïnal, i veient també les respostes d’alguns dels seus detractors, i formulada no en clau espanyola sinó pensant en el conjunt dels Països Catalans, la pregunta és bona: Catalunya ha fet (fa) tot el què pot per a “fer-se estimar pels seus veïns”?

Sembla més que evident que en trenta anys de presumpte autogovern cap de les comunitats autònomes dels Països Catalans ha prioritzat l’establiment de relacions constructives -en el sentit de construcció nacional, de projecte polític per al conjunt del país- amb les regions connacionals veïnes. Un fet lamentable que no ens hauria de fer caure, però, en una visió paternalista principatina; l’èxit o el fracàs de l’assumpció dels Països Catalans com a marc nacional és responsabilitat, per igual, dels ciutadans i ciutadanes d’arreu del país (i de les entitats on participen, dels partits que voten, de les institucions que els representen…). Per què hauria de ser més “culpable” del “fracàs dels Països Catalans” un votant convergent d’Organyà que un del Bloc de Benidorm, un “socialista” de Llucmajor o un pepero de Fornalutx? El mateix podríem dir dels partits polítics dels diferents territoris del país i d’entitats de tota mena que tenen la pròpia comunitat autònoma (i/o l’estat) com a àmbit geogràfic de referència. I encara caldria afegir-hi aquells que, des dels partits espanyols i des de les institucions que controlen, especialment des de la Generalitat Valenciana, han treballat activament i insistent per atiar els conflictes veïnals. Potser si hi ha alguna zona del país que és menys culpable i més víctima de la manca d’estima veïnal és precisament la Franja.

La Franja de Ponent no és un territori homogeni sinó un conjunt de municipis i comarques que només tenen en comú el fet de ser territoris catalanoparlants sota administració aragonesa. La Franja no és una entitat territorial reconeguda oficialment, amb una administració específica, i per tant no és tampoc un subjecte polític de l’ordre de les autonomies, i els seus habitants són una minoria lingüística, cultural i nacional en les totes les divisions administratives supracomarcals de que formen part. Per una simple qüestió demogràfica, els habitants de la Franja no tenen ni les eines de que disposen les institucions catalanes de la CAC, del País València o de les Illes, tant limitades i criticables com es vulgui però que han permès aplicar polítiques imprescindibles com ara la immersió lingüística a l’escola. És respecte a les zones com la Franja que la pregunta de Guardans sobre l’actuació de la Catalunya autònoma pren més sentit.

L’ambigüitat i la feblesa han estat les principals característiques de l’actitud majoritària que des de la CAC –des de les institucions oficials fins els mitjans de comunicació, passant pels partits i les entitats de tota mena- s’ha tingut amb la Franja. Actitud que contrasta amb la posició dura i unànime mantinguda des de l’Aragó –des de l’extrema dreta espanyolista a l’esquerra independentista aragonesa- on, amb la divisió territorial espanyola de 1833 a favor, ningú no en qüestiona la “aragonesitat”. Així des d’aquest costat de frontera autonòmica sovint es parla de la Franja com un territori de límits geogràfics imprecisos, d’on tan aviat es deixen fora poblacions catalanoparlants com se n’inclouen algunes que no ho són, prescindint de l’únic motiu pel qual la Franja és la Franja –la intersecció entre l’àrea lingüística catalana i l’administració aragonesa- i reduint-la a una mena de zona fronterera de l’àrea comercial de Lleida. Això s’ha vist en el tractament fet des del costat “català” de la major part de temes que han protagonitzat les relacions catalanoaragoneses dels últims anys. La recurrent polèmica per les obres d’art del Museu de Lleida és l’exemple més clar d’aquesta d’actitud: unanimitat des de l’Aragó espanyol(itzat), reclamant que “es retornin” les obres a un lloc on mai no han estat, i cagadubtisme català, on des de la conselleria de cultura del govern Maragall i des d’alguns cercles capellanescos ja s’entregaven les peces a canvi de res, precisament en nom del bon veïnatge, mentre que els sectors contraris a la disgregació del museu han basat la seva postura en la legalitat de les adquisicions, sense aprofitar la polèmica per a reivindicar la catalanitat de la Franja i per a criticar l’arbitrarietat de la divisió provincial de 1833. Tant costa de dir que les obres d’art de la Franja no s’han d’enviar a l’Aragó perquè cal considerar-les catalanes i que, en canvi, les poques procedents de l’Aragó es poden permutar per peces catalanes conservades en museus espanyols. Una mica de pedagogia nacional, hòstia! Cert que això  aixecaria molta polseguera, que els espanyolistes dirien que som “expansionistes” i “imperialistes” –ja ens ho diuen igualment, i a sobre els franquistes ens diuen nazis- i bla, bla, bla… però deixaria clar als franjolins -el gentilici també és artificial- que se’ls considera part d’aquest mateix país, que sí que els hi volem. Evidentment, al marge de l’exemple més mediàtic d’aquestes relacions, aquesta consideració cap als habitants de la Franja s’hauria de tenir amb la mateixa coherència en els temes que afecten la vida quotidiana de la població, com ara facilitar-los l’accés als diferents serveis públics d’aquest costat de la Noguera Ribagorçana i de l’Algars.

El Pont de Montanyana és, segurament, el lloc on es posa de manifest l’arbitrarietat de la divisió provincial de 1833. Una fita al mig del carrer recorda que part d’aquest poble ribagorçà és oficialment “aragonès”, mentre que la zona més oriental és oficialment catalana (i “pallaresa”); fins i tot algunes persones poden creuar la “frontera” sense sortir de casa. Els límits geogràfics entre Catalunya i Aragó ha estat canviants al llarg de la història, per tant fos quina fos la divisió territorial adoptada hi hauria arguments històrics suficients per a donar munició als seus respectius detractors. El cert és que avui la identificació majoritària de la població es correspon amb (i és fruit de) la divisió administrativa: la immensa majoria de la gent de la Franja, malgrat parlar català, se sent aragonesa. Això durant anys no ha tingut massa importància, era una ratlla prima dins del mapa espanyol. Ara, amb el debat sobre la independència d’una part de país sobre la taula, ja no es tracta de ser d’una província o una altra (amb el risc que la diputació s’enfadi i no pagui l’enllumenat de la plaça), ara el tema agafa una altra dimensió: si fins ara podia ser una difusa zona de transició entre “dues comunitats” d’un mateix estat, en un futur la Franja –o, més ben dit, els seus pobles, perquè la Franja jurídicament no existeix- hauran de plantejar-se si volen ser l’extrema perifèria d’una Espanya decadent i empobrida en tots els sentits –inclòs el lingüístic- o ser part integrant d’una nova República catalana. En aquest nou escenari el govern regional aragonès, amb la llei de llengües, convida la gent de la Franja, que parla català i es considera aragonesa, a menystenir i renunciar a la seva llengua. Si des de la Catalunya autònoma es tingués una visió realment nacional del procés que s’afirma voler impulsar, caldria deixar de fer conya amb el lapao i començar a fer passos ferms i decidits perquè els habitants de la Franja superessin aquesta dicotomia en sentit contrari al desitjat a Saragossa.

Construïm un nou Racó Català – totSuma.

L’Atzucac / Emma Zafón.

¿Habla Lapao o ke ase?

Bienvenidos al club de los ciudadanos que se sienten avergonzados de su propio territorio por culpa de unos gobernantes que han hecho el ridículo a gran escala. Os acojo como autóctona de una provincia que tiene el único aeropuerto sin aviones del mundo. Y os compadezco por pasar a nuestro lado oscuro solo porque una ley aprobada ayer en las Cortes reconoce como oficial una lengua que no existe. Sin respaldo académico, sin lógica y hasta sin un nombre elegante. lapao. Suena más a marca de helados que a idioma.

¿Se imaginan a Dolores Serrat al más puro estilo Iniesta recomendando ‘Lapao para todos’? Todo es posible en este lado oscuro del que, ya aviso, es difícil salir. Más allá del debate sobre lo estúpido que resulta no llamar al catalán por su nombre, la situación lingüística aragonesa ha superado la indignación de la mayoría de hablantes para adentrarse en la espiral de la vergüenza ajena. Un sentimiento motivado por la decadencia de quienes se empeñan en autoconvencerse de que la frontera administrativa determina la lengua. Fíjense en Olocau del Rey, en pleno Maestrazgo castellonense y único municipio del norte de la provincia en el que se habla castellano. Sería de locos pensar que lo que hablan en Olocau no es lo mismo que lo que hablan en Bordón por estar en diferentes comunidades autónomas. Sería de suicidas intel·lectuales defender que los vecinos de Olocau hablan «modalidades lingüísticas similares al castellano pero de uso predominante en el área septentrional de Castellón». Sin embargo, lo que para el castellano resulta inverosímil, para el catalán es nuestro pan de cada día. Nadie se cuestiona que en Argentina se hable español pese a estar a miles de kilómetros de distancia de nuestro país. Podemos ver películas de Ricardo Darín tan ricamente sin necesidad de subtítulos. Sí que se cuestiona que lo que se habla en Gandesa y en Calaceite, pese a ser vecinos y entenderse a la perfección, es un idioma totalmente diferente. Solo porque cada uno está en una comunidad autónoma. Y solo porque una de ellas se llama Cataluña. No acabo de entender qué mal tenemos hacia los catalanes, si es odio, miedo o rencor. En cualquier caso, el catalán no es su patrimonio exclusivo, es de todos.

El respeto hacia él debe estar por encima de cualquier sentimiento visceral de odio fratricida. Recuerdo a uno de los grandes del valencianismo, Vicent Andrés Estellés. De haber nacido en la Franja, hubiera rematado su trayectoria literaria con aquello de: «Pel nostre lapao, el català de tots».

L’Atzucac / Emma Zafón.

 

 


Living history

El inglés no solo sirve para hacer de este país un lugar más moderno en el que vivir. A veces, quita hierro a significados que resultan dolorosos en nuestro propio idioma. Es el caso de lo que los anglófonos conocen como ‘Living history’, que así escrito suena simpático y culto. Incluso recuerda al abuelo Abe Simpson cuando rechista porque sus memorias no concuerdan con la versión oficial de la Segunda Guerra Mundial. Precisamente, fue en capítulos de esta serie de animación donde vi por primera vez en qué consistía la recreación histórica.

Aunque en The Simpson siempre se trata de borrachines que interpretan a viejos soldados de la Guerra de Secesión de Estados Unidos, los capítulos en los que se aborda esta cuestión me permitieron conocer que hay países en los que gente por amor al arte recuerda los episodios menos agradables de su historia.

El ‘Living history’, o recreación histórica en nuestro terrenal idioma, va haciéndose un justo hueco entre la sociedad española. Pero su aceptación y consolidación está todavía en fase embrionaria. No es fácil asumir que hay gente que vive la Historia de una forma tan apasionada que dedica su tiempo libre a buscar restos de armamento de la Guerra Civil por los montes del norte de Castellón, como mi amigo Fran Simo, presente en la mayoría de eventos relacionados con dar vida a la historia bélica española. O personas que se conocen al dedillo la historia de la División Azul y hasta son capaces de reproducir un antitanque Pak 45 con sus propias manos, como el alcañizano Javier Sahuquillo. 

Tras meses sin meterme de lleno en el ‘Living history’, Militaría me hizo coincidir con ellos y con otros tantos que hacen que una simple charla entre cervezas se convierta en una clase magistral de Historia. Es impresionante la información que llegan a acumular tras meses rastreando datos por internet. Tras años de hacer de su principal interés una curiosa forma de compartir con amigos las tragedias de nuestros antepasados. Explican con tanta devoción como precisión las características de la vida de hace ochenta años. Las botas que llevaba mi bisabuelo, las gafas que utilizaba el tioabuelo de mi vecino, la simpatía y el odio que se tenían aquellos que nos enseñaron que las guerras no solucionan nada. 
La feria Militaría alcañizana fue una apuesta más para que la recreación histórica de la Guerra Civil sea vista como algo normal, como parte de nuestro pasado y no de nuestro dolor. Se suma al resto de actividades que organizan tanto el Frente de Aragón como el resto de asociaciones de este tipo en nuestro país.
Al igual que ya hiciera antes de empezar la feria, animo desde aquí a todos aquellos que no conozcan este interesante mundo que se dejen caer por la próxima recreación en Fayón. Merece la pena ver un espectáculo tan real como es el ‘Living history’ patrio.

Disposición 6103 del BOE núm. 138 de 2013 – BOE-A-2013-6103.pdf.

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La Franja